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DEJAR DE SER TURISTA PARA SER VIAJERO. La importancia de disfrutar del camino.

Partimos de la idea central que nos empuja a ser turistas, es decir, a centrarnos en el destino y nos olvidamos de ser viajeros, es decir, disfrutar del camino.

Desde que somos pequeños se nos educa a plantearnos retos, objetivos, lo cual es estupendo, de no ser porque nos acabamos centrando en la consecución de los mismos y nos olvidamos del camino que recorremos hasta que llegamos a ellos. Interiorizamos la idea de que la felicidad y satisfacción está en alcanzar el destino.
Sin llegar a reflexionar profundamente sobre el concepto de felicidad, ya que es muy complejo, me quedo con la duda que asalta sólo con mencionarlo en este contexto. ¿Verdaderamente somos felices en tanto en cuanto alcanzamos el destino que nos hemos planteado? La respuesta de la mayoría es evidentemente un “No exactamente, pero un buen porcentaje sí”.
Todo ello tiene que ver con la cultura en la que vivimos. Por una parte la Moral Cultural que es la que rige el concepto de lo bueno y lo malo en su dimensión colectiva. Se construye con los permisos y prohibiciones. No hay que olvidar que toda sociedad es represiva de base y usa el concepto tolerancia para equilibrar. Por otra parte nos encontramos con el marketing y la publicidad que bien sabe de la moral cultural y nos construye y vende a su vez, un ideal de vida que es lo que adoptamos como felicidad.
Como es lógico, ese ideal cada vez es más flexible y contiene variantes. No obstante, si miramos en nuestro entorno ciertos conceptos siguen valorándose como prioritarios y positivos y se consideran sinónimos de éxito y triunfo y por tanto se convierten en objetivos deseados para ser un ser sexuado deseable (tener pareja y compartir la vida con ella, tener un buen trabajo, una casa, coche y demás complementos, formar una familia, vacaciones, etc) y otros que son negativos (la mayoría es la ausencia de los anteriores).
Pero ¿esto es cierto? ¿estos son nuestros más profundos, o no tan profundos, deseos? Y entonces, ¿hasta que no los alcanzamos no somos felices? Las dos primeras cuestiones, cada uno deberá responderlas. En el caso de la tercera, se puede decir que centrarnos en el objetivo o meta final casi siempre nos ciega sin permitirnos disfrutar del camino que recorremos hasta ese objetivo. Y lo que es peor, cuando lo conseguimos ¿qué? ¿y después? sólo sentarnos a ver nuestos logros, o lo que es lo mismo, quedarnos en una pseudoderiva, por ausencia de objetivos a la vista. En realidad, esto es poco probable, porque el camino va obligando a redefinir una y otra vez los objetivos y los plazos de los mismos. Es por ello que es altamente importante el camino, que es en el que vamos a estar practicamente toda nuestra vida, y menos mal.
La clave de todo proyecto ilusionante que iniciamos es disfrutar, afrontar el camino y lo que nos vamos encontrando en él, y no tanto centrarnos en el destino. En definitiva, deberíamos reflexionar sobre la idea de dejar de ser turistas para ser viajeros.
MSonia Ruiz
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