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LA QUÍMICA NOS MUESTRA EL CAMINO DE LAS RELACIONES DE PAREJA.

 

 

Una relación de pareja duradera es el fruto de mucho tiempo y trabajo dedicado a su enriquecimiento por parte de los miembros de la misma.

Ya se sabe que en los comienzos de una relación de pareja todo parece perfecto, atractivo y fácil. Pero con el paso del tiempo las sensaciones que embriagaban al principio, van suavizándose y haciéndose menos perceptivas, es el momento en el que aparece una realidad más racional.
Racional porque nos percatamos de que para que evolucione la relación, hay que seguir trabajando en ella como en cualquier otro ámbito de nuestra vida. Por ejemplo, al ámbito laboral le dedicamos muchas horas para obtener buenos resultados. Planificamos actividades que nos gustan para disfrutarlas en nuestro tiempo de ocio. Si somos amantes de las plantas, sabemos que para que vivan y estén resplandecientes, hay que regarlas, y una larguísima lista de ejemplos posibles. Queda claro por lo tanto, que a la relación de pareja también hay que dedicarle tiempo, esfuerzo y actividades placenteras que vayan descubriendo y aportando un espacio especial en el día a día.
Es necesario establecer una relación de pareja dinámica que se vaya adaptando a los cambios y necesidades de los individuos y de la pareja a lo largo del tiempo.
Pero ¿Por qué las relaciones cambian con el tiempo? Es más ¿Por qué cambian nuestras sensaciones y sentimientos? ¿Que ya no sea todo tan intenso significa que hemos dejado de sentir o amar a la otra persona? La respuesta está en el párrafo anterior. No obstante, hay algo que sucede en nuestro interior y que nosotros no controlamos, pero que sí hemos de afrontarlo y adaptarlo a la realidad cambiante. A continuación, quedará más claro.
En nuestro organismo se dan una serie de reacciones bioquímicas en las diferentes fases de la relación de pareja, comenzando por la atracción sexual y enamoramiento hasta una relación de apego, afectiva y duradera. Sus diferentes fases están caracterizadas por la presencia, ausencia o mayor o menos cantidad de “sustancias” (moléculas orgánicas, neurotransmisores, hormonas) a las que iré poniendo nombre. En la cascada de reacciones que producen las emociones, hay descargas neuronales (electricidad) y hormonas (química).
Las reacciones se producen en el eje Cerebro – Neuronas – Sistema endocrino.
A través del Sistema Nervioso, el hipotálamo envía estímulos a diferentes sistemas del organismo que ordenan a las glándulas suprarrenales que aumenten la liberación de adrenalina (encargada del aumento de la presión sanguínea, aumento de la frecuencia cardíaca, respiraciones más profundas que aumentan los aportes de O2 en el organismo, etc.) y noradrenalina (o norepinefrina- encargada de la excitación sexual que aumenta el humor, sintiendo más seguridad el sujeto). Con relación a esta última también están presente la testosterona (que es la prioritaria para el DESEO sexual tanto en el hombre como en la mujer) y los estrógenos.
Adrenalina y Noradrenalina, son las causantes de la mayor parte de los efectos físicos que experimentamos en esos primeros momentos junto al objeto de deseo. Seguro que una gran mayoría de los lectores ya sabe a lo que me refiero.
Por otra parte, desde hace años, diferentes estudios pusieron al descubierto que el enamoramiento también está mediado y se da cuando en el cerebro se produce la molécula orgánica Fenil-etil-amina (FEA) que es la responsable del sentimiento de felicidad y euforia que aparecen en el sujeto al compartir algún detalle con el objeto de deseo. Ella es conocida como “la molécula del amor”.
Cuando hay una gran cantidad de esta molécula en el cerebro, se estimula la secreción de la dopamina que produce sensación de relajación, disfrute y empuja a querer repetir los encuentros que llevan a dicha sensación. Comenzaría aquí un momento de mayor implicación y apego. Junto con el efecto de la oxitocina y la vasopresina que también están presente y refuerzan los lazos afectivos y duraderos, la relación va afianzándose y prolongándose en el tiempo. La oxitocina también es conocida como “la hormona del cariño o los mimos” y a la vasopresina se le asocia con la monogamia.
Una vez el organismo reduce la presencia de algunas de estas sustancias, o se van sustituyendo por otras, se hace necesario buscar otros mecanismos para mantener esa unión, como los socioculturales: intereses mutuos, costumbres y convivencia agradables, proyectos en pareja , etc). Y es aquí donde volvemos al punto de partida. Se evidencia la importancia del trabajo diario en la relación de pareja para seguir sumando.
MSonia Ruiz
Referencias bibliográficas:
  • Liebowitz, Michael R. (1983) The Chemistry of love.
  • Fisher, Helen. (2004) Why we love: The nature and chemistry of romantic love.
  • Amezúa, E. (2000) EL ARS AMANDI DE LOS SEXOS. La letra pequeña de la sex therapy. Revista Española de Sexología. Nº 99-100. Instituto de Sexología Incisex. Madrid.
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