No es nada fácil seguir trabajando la pareja cuando llega un hijo al seno de esta. Generalmente el nuevo miembro suele acaparar sino todo, prácticamente todo el tiempo útil de los miembros de la pareja.
También llega una realidad en la que se hacen tangibles las ideas que rondaban por la cabeza de los miembros de la pareja sobre la maternidad/paternidad. A veces, bastante realistas, otras no tanto.
Estas cuestiones junto con la ilusión o inquietud que haya generado la espera hacen que este momento no sólo esté cargado de sensaciones bonitas sino muy posiblemente también de estrés, cansancio, inseguridad a la hora de manejar la nueva situación o enfrentarse a las expectativas creadas. Todo ello puede generar inestabilidad en la pareja pudiendo evitarlo con una gestión del cambio adecuada.
Por ello voy a enumerar en este artículo algunas dificultades y exponer brevemente claves que pueden ayudar a sobrellevarlas en este momento inicial de la nueva situación y poco a poco poder ir retomando la labor del cuidado de la pareja, algo realmente importante para su bienestar.
- El foco de atención. En esos primeros instantes la pareja pasa a tener el foco de atención en el nuevo miembro de la familia y algo menos en ese lazo directo entre los sujetos que forman la pareja, por lo que toman relevancia:
- Diálogo en la búsqueda de una satisfacción para ambos. Los sujetos deben sentir que cumplen en algún modo, sus expectativas. Es importante hablar y transmitir aquello que se siente en el día a día de la nueva experiencia, tanto lo que hace sentir bien como lo que hace sentir mal. Poder compartirlo con el compañero de viaje es fundamental y reconfortante.
- Implicación de ambos en las tareas nuevas adquiridas (en la medida de lo posible dependiendo de cada tarea). Sentir que se formar parte de un proyecto común porque efectivamente ambos contribuyen al mismo, es positivo y aleja la soledad y el malestar que deriva de ella, sentimiento bastante frecuente en estos casos.
- Es importante que la pareja sea el pilar o base sobre la que se construya el proyecto. Por tanto, ha de ser firme y fuerte. La única manera de conseguir esto, es seguir trabajando en ello codo con codo.
- Menos tiempo para el vínculo directo entre los sujetos de la pareja.
- Una vez pasados los primeros momentos de adaptación a la nueva situación hay que poder encontrar momentos para la pareja. El espacio es fundamental para que la pareja se reencuentre y establezca una rutina que siga enriqueciéndola, al margen del nuevo hijo. No es tarea fácil, pero se logra. Suele ayudar haber pensado en ello antes de la llegada del hijo y establecer unos límites o pequeñas pinceladas a modo de guía o calendario planificado, siempre flexible. Y es que no se pasa de ser pareja a ser padres. Ambos roles han de convivir. Es como añadir una función o responsabilidad nueva en la vida.
- Hablar previamente sobre los límites que se quieren establecer en lo que a visitas y compromisos se refiere.
- Cansancio. Cuando se está cansado, la comunicación es peor en todos los sentidos y si se espera a este momento para dialogar, sin duda será más difícil.
- La clave no es otra que ser conscientes de que esto estará presente (antes o después y en mayor o menor intensidad dependiendo del momento y el caso) y adelantarnos a ello para llevar cuantas más cuestiones planteadas y resueltas, mejor.
A modo de conclusión diré que el seguir construyendo el camino que recorrer en pareja, pasa por una comunicación fluida y una implicación común para que los proyectos ilusionantes sigan siéndolo con el paso del tiempo y las circunstancias cambiantes, que lo son como la vida misma.
MSonia Ruiz.