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NOSOTRAS. Nuestra vida en relatos.

¡Felices, relajantes y PLACENTERAS vacaciones!

Alice ha quedado con Hugo, su chico, para hacer compras de última hora previas a las vacaciones que en menos de una semana inician. Cada año comienzan sus vacaciones pasando un par de semanas en el corazón de la naturaleza, desconectando del mundanal ruido para poder conectar serenamente con su yo más esencial. A partir de ahí dejan que sus motivaciones durante esos primeros días les indiquen el destino, casi siempre improvisado, del resto de su parón estival. No obstante, primero ha quedado con las chicas para desayunar y despedir a Violeta cuyo vuelo a México sale en unas horas.

Violeta llega corriendo, maleta en mano y mochila a la espalda, al café que tantos días les ha cedido un pequeño espacio en la mesa del fondo a la derecha, un rinconcito que bien podría llevar su nombre o tener su foto colgada o algo similar pues hasta los dueños del local lo han bautizado haciendo referencia a estas tres amigas.

“Chicas, comienza diciendo Violeta, siento el retraso, pero no era capaz de cerrar la maleta. He tenido que sacar dos modelitos divinos que aún dudo de si debería volver a casa para recoger y meterlos a presión en la mochila.”

“Tranquila, Violeta” le dice Alice cariñosamente, que se ha percatado de lo nerviosa que está e intuye que nada tiene que ver con la cantidad de modelitos que hay en su maleta. “Estoy segura de que los otros 30 conjuntos que llevas son tan divinos como los que mencionas”. Las tres se ríen y Violeta algo más relajada toma asiento.

Bárbara, con ese carácter tan directo que la define, pregunta a Violeta sobre sus preocupaciones. A lo largo del desayuno, Violeta va enumerando una a una todas las inquietudes y miedos que le invaden respecto al viaje que en breve comienza. Consigue soltar todo ese peso para que solamente la ilusión, las ganas de disfrutar de la experiencia y su alegría serena, sean sus compañeras de viaje, y bueno, la precaución (casi siempre en su justa medida) que es algo tan inherente a ella que nunca falta.

Conversan sobre el destino de las vacaciones de Bárbara que este año serán al completo en su amada Asturias, es una enamorada de los contrastes, y allí, en la casa familiar de varias generaciones, lo encuentra cada día al despertar. Baja al jardín de la casa y mira a la derecha respirando el aire fresco y puro que procede de las montañas que se alzan tras amplias praderas y un bosque que se encuentra a poco más de 400 metros. Gira la cabeza y la serenidad que ofrece las vistas hacia el mar cuyo horizonte es infinito, le da la vida, una vida que a Barbara se le antoja el paraíso.

Salen a la calle pues el taxi de Violeta ya está en la puerta esperando, se despiden y fijan cita a la vuelta de las vacaciones.

Poco después de una hora suena el chat grupal por la llegada de un mensaje de Violeta que dice “Ya estoy sentada en la puerta de embarque, contenta gracias a dos amigas sin las que todo en la vida sería peor. Nos vemos a la vuelta. Por cierto, ¡Felices, relajantes y PLACENTERAS vacaciones!”. No sabía hasta qué punto sus vacaciones tranquilas, lo que se dice tranquilas, no iban a ser.

MSonia Ruiz.

Si quieres leer todas las publicaciones de esta historia, las encontrarás en el apartado Relatos

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