Violeta, nunca dejas de sorprendernos. ¡Queremos fotos!
Alice y Bárbara ya están en la cafetería de siempre, en su mesa de siempre esperando a que llegue Violeta. No es que Violeta llegue tarde, sino que Bárbara y Alice han llegado con algo más de 10 minutos de antelación. Ambas esperan ansiosas conocer lo que le ha deparado a Violeta las vacaciones. Mientras ellas conversan sobre sus vacaciones nacionales como suelen puntualizar frente a las de Violeta, aparece Violeta por la puerta que con los brazos abiertos se dirige rápidamente a la mesa para finalmente fundirse las tres en un abrazo, con la mesa de por medio, eso sí. Así de espontánea y alegre llega y casi sin dar espacio a los saludos y bienvenidas dice “chicas, tengo mucho que contaros. Nos vamos a reír a mi costa esta tarde” y comienza a reír ella sola.
Las tres toman asiento y Bárbara levanta la mano en dirección al camarero para indicarle que ya puede acercarse a tomar nota. Alice no tarda en incitar a que comience Violeta a contar.
Y así es “Cuando llegué a México, allí estaba Emil y como si el tiempo no hubiese pasado desde que nos despedimos en Madrid, nos abrazamos fuertemente y comenzamos a hablar de mil cosas mientras nos dirigíamos al hotel en el que nos íbamos a hospedar esa noche, que os adelanto que era increíble. Nos recibieron con una botella de champagne en mano y el brindis correspondiente. Yo pensé para mí que Emil se lo había currado y que este viaje prometía. Cuando llegamos a la habitación me dijo que vernos después de años era una ocasión especial que merecía ser tratada como tal. Y añadió que además tenía una sorpresa para mí, pero que debía esperar 6 días para conocerla. Y entre intrigada y cansada le pedí poder dormir un poco para en la cena estar apta (esperando que el jet lag no me persiguiese mucho tiempo).
Sonó el despertador que me puse en el móvil y fui al restaurante, donde había quedado con Emil. La cena fue estupenda, dimos un paseo después y decidimos irnos a dormir ya que al día siguiente había planificadas excursiones desde bien temprano y haríamos bastantes kilómetros. Os imagináis las mariposas en el estómago cómo revoloteaban, pues os diré que ellas también tuvieron que irse a dormir porque ni esa noche ni las posteriores hubo acercamiento. Una de las noches me lancé yo a abrazarle y me respondió con un abrazo, un beso en la frente y un -buenas noches-. Yo no entendía nada y cada día, aunque no quise darle mucha importancia y disfrutar de las vacaciones, me inquietaba más.”
Alice y Bárbara con cara de estupefacción no emiten palabra alguna para dejar que Violeta siga contando.
“Cada día fue estupendo, y me enseñaba rincones y restaurantes de lo más especiales y románticos me atrevería a decir, pero las muestras físicas no sucedían. Llegamos a nuestro nuevo destino el sexto día que estaba en una playa paradisiaca, sí el sexto, ese día en el que una sorpresa me esperaba. Después de un día relajante paseando por la naturaleza y una playa infinita de arena fina y clara, tuve la mala suerte de tropezarme cuando estaba en el agua y acabé con el bikini descolocado mostrando uno mis pechos desnudos. Él que estaba justo delante, casi rozándonos se echó a reír y no dijo nada, solo salió del agua y se dirigió a la toalla, al la que fui yo también. Pues tras este episodio, me di cuenta de que si estando en el lugar más maravilloso y romántico, prácticamente solos y yo con una teta fuera, él no reaccionaba, nada había que hacer.”
“Chicas, esa noche obtuve la respuesta. Cuando nos dirigíamos a cenar, en la puerta del restaurante abrazó efusivamente y besó a una chica que resultó ser su prometida, con la que se casaba el fin de semana siguiente. La sorpresa es que se casaba y que como justo había coincidido en fechas con mi viaje a México, iba a ser la invitada de honor. Mientras me contaban todo esto durante la cena, su novia se mostraba de los más ilusionada con que yo estuviese allí. Yo no terminaba de creerme lo que estaba viviendo. Pero sí, así fue y las excursiones de la semana siguiente estuvieron alternadas con citas preboda. Menos mal que siempre llevo modelitos suficientes, aunque me falto uno de los que me dejé en casa, pero bueno no tuve que comprarme nada y fui una invitada de honor a la altura esa semana y el día de la boda también. ¿Qué os parece? Esta vez me he superado, ¿verdad?”.
Bárbara y Alice riendo a carcajadas paran un instante para trasmitirla que entienden sus sentimientos pero que es buenísimo. Bárbara con abundantes lágrimas por el rostro dice “¡queremos fotos!” Y tras un gesto de resignación en la cara de Violeta y un tímido vale, se miran las tres riendo y Alice como puede añade “sin duda te has superado. ¡Violeta, nunca dejas de sorprendernos!”.
MSonia Ruiz.
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