Alice ya está de vuelta y es más Alice que nunca.
Bárbara y Violeta están en la puerta de la casa de Alice porque Hugo las ha llamado preocupado ya que desde que volvió del viaje pasa demasiadas horas al día en su despacho absorta en su nuevo proyecto laboral. Hugo considera que un paseo y charla con sus amigas será clave para que Alice recapacite y baje el nivel de intensidad al que está sometiendo a su mente y cuerpo. Él ha desistido porque Alice ya no le escucha al respecto.
Alice está lista en 15 minutos y antes de salir por la puerta al encuentro con sus amigas, se gira para dar un beso a su chico y decirle con una mirada de profundo amor y una sonrisa de agradecimiento “me conoces demasiado bien. Que afortunada soy.”
“¿Qué te pasa nena?» Pregunta Bárbara mientras se dirigen a un parque cercano para pasear bajo sus árboles frondosos de colores otoñales que tanto les gusta, a lo que Alice responde “ya os comenté que llevaba una temporada sintiendo un vacío cuyo origen desconocía, que nada terminaba de motivarme y andaba triste incluso con Hugo, con quien ya no me apetecía organizar planes como antes aún sabiendo que es la pareja con la que quiero construir un futuro, ir haciendo camino juntos sin saber muy bien cuál es ese camino” mientras da pequeños pasitos cabizbaja golpeando suavemente con sus zapatos las hojas secas caída en el suelo. Para un instante, levanta la mirada que brilla a través de unos ojos vidriosos y anuncia mientras se dibuja una sonrisa en sus labios “pero creo que ya he encontrado el sendero que quiero y necesito transitar. Estos días encerrada en mi despacho con mis cosas han terminado de dar luz a aquello que apenas se vislumbraba borroso los días de nuestro pequeño retiro. He necesitado silencio, tiempo dedicado solamente a lo que más me gusta para descubrir que quiero dedicarme solo a dirigir ese proyecto, no únicamente como una oferta de mi empresa, sino que sea mi trabajo diario. Me sentía estancada porque necesitaba un cambio, un cambio que me llevase hasta lo que siempre he deseado, hasta mi esencia que está en contacto con la naturaleza y nutrirme de lo que me aporta física y espiritualmente. Desde que hemos vuelto me siento ligera pero llena de pureza y entusiasmada aunque sabía que debía buscar su significado y ya lo he hallado. Ahora lo que me preocupa es cómo se lo digo a Hugo, pues me encantaría que esto no solo fuese mi proyecto, sino nuestro proyecto. No sé si me explico.”
Violeta rápidamente comenta que la única manera de saber si podría ser un proyecto común, es preguntándoselo a él. Y añade “además, Hugo es un apasionado de la naturaleza como tú, seguro que le encanta la idea y sois capaces de crear la fórmula que se adapte a los dos. Pero una pregunta ¿tu pretensión es irte a vivir al campo? No me asustes como ya lo hizo Bárbara en su momento.”
Y mientras las tres ríen animadamente Alice responde que su idea no pasa por mudarse sino por compatibilizarlo “si bien es cierto, pasaremos más tiempo allí que las excursiones que hacemos actualmente, pero quisiera dirigir desde casa teniendo la posibilidad en cualquier momento de sumergirme en la naturaleza. Que sea mi trabajo pero también mi equilibrio sanador.”
Bárbara lo aplaude mientras hace su aportación “me encanta, y me alegro de que veas con claridad tu pasión. La verdad es que los que te conocemos, sabemos que la naturaleza es fundamental en tu vida y también en la de Hugo así es que díselo ya, no te preocupes porque intuyo que este proyecto que es muy tú también será muy vosotros. Eso sí, nunca olvides que lleva tu firma y es tu esencia. Protégela” y con una sonrisa y un guiño las tres se abrazan mientras Alice comienza a dar sus típicos saltitos sobre las hojas secas. Alice ya está de vuelta y es más Alice que nunca.
MSonia Ruiz.
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