La imagen en el espejo.
A las once de la noche llega un mensaje de Alice al chat grupal que dice “Chicas, mañana llegamos a casa a eso de las cinco de la tarde. Necesito desconectar de tanto trabajo y no se me ocurre mejor manera para hacerlo que quedar con vosotras. ¿Me hacéis un hueco en vuestro viernes por la tarde o por la noche?” Al instante responde Bárbara “Yo puedo ofrecer un plan casero porque no veo a Lucía aún preparada para nuestras salidas, jejeje. Si os parece bien podemos merendar o cenar en casa sin problemas de horario ni nada.” Un rato más tarde se une a la conversación Violeta “Yo mañana estoy de tarde así es que salgo a las diez, podríamos cenar si os parece bien. Hago un pedido en el asiático que hay cerca del hospital y cuando salga lo recojo y en nada estoy con la cena calentita allí” “Por mi genial, sois maravillosas. Me parece un planazo. Yo llevo el vinito.” Responde Alice. Y Bárbara concluye “Pues hecho. De los dulces me ocupo yo, tengo toneladas en casa, de todos los tipos. Cada vez que recibo una visita me traen algún regalo y una caja de dulce adicional. Voy a tener que ir de compras en breve porque la ropa ya me esta justa… Salvadme, por favor”.
Poco después de las diez y media llega Violeta a casa cargada con la cena, mientras comenta que ha hablado seriamente con el restaurante para que ponga de una vez servicio a domicilio, algo que no entiende que no tengan.
Bárbara y Alice están ya en casa esperándola, con la mesa preparada para la cena. Además le han dejado su rincón favorito como si de Sheldon Cooper se tratara, por el esfuerzo realizado con la carga de la cena.
La velada transcurre con bastante tranquilidad, en parte porque Bárbara ha dado el biberón de la cena a Lucía justo antes de que llegasen Alice y Violeta. Comentan lo bien que se ha adaptado la pequeña, y las buenísimas noches que ha comenzado a dar. Bárbara se alegra de poder juntar 6 horas seguidas de sueño tan pronto pues admite que le habían asustado mucho con este tema. “Aún no canto victoria, sobre la marcha voy aprendiendo que esto de ser madre es una aventura cada día. Nunca sabes lo que te depara el momento siguiente. Así es que disfrutare de estas noches por si mañana se acaban sin previo aviso” Las tres sonríen mientras comentan que es increíble estar hablando de estas cosas. Que nunca lo hubiesen imaginado hace algún tiempo. Incluso lo hubiesen negado o se hubiesen reído si alguien tan siquiera lo plantea.
La mayor parte de la cita hablan sobre el proyecto de Alice, quien está agotada de tanto viaje al pueblo pues suelen ser viajes de ida y vuelta cortos. “Al final acumular horas en carretera es lo más cansado, porque el trabajo en si y los papeleos y reuniones me encantan. Todo ello pone sobre la mesa la realidad de que estoy llevando a cabo mi sueño, bueno el mío y el de Hugo, que he de admitir que sin él todo sería más complicado. Yo hasta la fecha no he desarrollado la capacidad de la omnipresencia” y suspira al decir la última palabra.
Lo que sus amigas son capaces de ver, tras el evidente cansancio de Alice, es el brillo en sus ojos y el entusiasmo con el que habla de cada cosa que hace durante los días frenéticos que está viviendo. Consideran que es el precio que pagar, y que muy pronto podrá disfrutar de todo lo sembrado durante muchos años. Se sienten felices por ella. Y ella por tener unas amigas que hacen que cualquier cuestión se haga más llevadera.
Sonríen al percatarse de la imagen que las devuelve el espejo que Bárbara tiene en el salón en la pequeña pared detrás del rincón favorito de Violeta, un rincón que así bautizó hace pocas semanas cuando estaban colocando toda la mudanza juntas. Porque esa es la clave, juntas y sonrientes, tal y como se ven ahora mismo.
Me encanta todo lo que escribes en esta página…
No lo dejes, suerte 🍀🌹
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Me alegra enormemente que así sea. 😊
Muchas gracias, Mercedes 💕
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