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NOSOTRAS. Nuestra vida en relatos.

Siempre hay una pieza que te devuelve la sonrisa y el brillo en los ojos.

Son las 6 de la tarde de un caluroso sábado que, por el cielo y la pesadez en el ambiente, parece anunciar un chaparrón veraniego en breve. Violeta ha cogido el metro y se baja en la parada de Delicias. Fuera de la boca de metro de la estación ha quedado con Bárbara y juntas van caminando hasta El Museo del Ferrocarril de Madrid donde periódicamente montan EL Mercado de Motores, una feria que les encanta. En la locomotora decorativa que hay cerca de la entrada está Alice esperándolas, mirando inquieta hacia el cielo que ha tornado de azul a grisáceo, lleno de nubes oscuras. Se saludan y de repente comienza a llover intensamente. Corriendo llegan en pocos segundos al interior y la sensación de hogar que las embarga les hace olvidar la incomodidad de ir ligeramente mojadas. Allí se sienten casi como en casa pues posiblemente es uno de los lugares a los que más han ido de la ciudad sin contar sus respectivos puestos de trabajo, claro. Esa mezcla entre la melancolía de imaginar la época en que la gente usaba los vagones de los trenes allí expuesto, los artículos con aire vintage en los puestos que montan en los andenes laterales y la “nueva” modernidad cool de los foodtrucks crea una combinación de lo más auténtica y atractiva.

Para Violeta tiene un ingrediente añadido que lo hace más especial aún, allí conoció a su chico, con quien mantiene una complicada relación a distancia, pues al poco de conocerse, le ofrecieron una gran oportunidad laboral en Nueva York como corresponsal.

Recorren toda la estación parándose en cada puesto a ver si encuentran alguna novedad interesante. Se asoman a ver si ha dejado de llover y salen a la zona de puestos al aire libre. Hoy han decidido que las tres se comerán un gofre con helado cubierto de chocolate fundido. “Lo mejor de aquí son los gofres” dice Alice que nunca se marcha sin haber comido uno y añade “en este puesto los hacen de muchos tipos y sabores diferentes, es imposible resistirse mientras lo mira con gesto de pecado capital”.

En ese momento suena el teléfono de Violeta quien se aparta ligeramente de Bárbara y Alice y mantiene una breve pero intensa conversación. Cuando vuelve al grupo con un tono de voz considerablemente alterado informa a sus amigas de que Bruno por tercera vez ha cancelado su visita a Madrid y que son más de 6 meses sin verse. Se termina el gofre en un par de bocados y anuncia que necesita respirar profundo y quitarse el cabreo y es que ella no es del tipo de mujer que permite que los hombres le amarguen la vida. Bárbara y Alice cogen la indirecta y las tres amigas se encaminan hacia el puesto de Violeta por excelencia. Violeta elige un vestido (otro más en su larga colección pues son su perdición) de estilo boho – chic con un aire hippie, sí, al parecer un vestido puede tener todas esas influencias, como comenta la chica que regenta el puesto. En realidad, eso es poco relevante, lo verdaderamente importante es encontrar esa pieza que te devuelva la sonrisa y el brillo en los ojos.

MSonia Ruiz.

Si quieres leer todas las publicaciones de esta historia, las encontrarás en el apartado Relatos

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