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NOSOTRAS. Nuestra vida en relatos.

El gran cambio. ¡Voy a ser madre!

Sentadas en la terraza del café, Bárbara dice directamente “Voy a ser madre” y al ver los gestos de incredulidad de sus amigas decide ampliar la información “no estoy embarazada ni nada por el estilo. Se podría decir que voy a adoptar, bueno en realidad voy a adoptar, sí, lo que pasa es que es un caso un poco peculiar”. Violeta y Alice que no terminan de entender nada, piden a Bárbara que se explique mejor. Que les cuente todo desde el inicio, por ejemplo, desde cuando la idea comenzó a rondar por su cabeza. Esto último con cierto tono de recriminación pues no estaban al tanto, pero cariñosamente y con una sonrisa dibujada en los labios de sus amigas.

“Lo primero, comienza diciendo Bárbara, siento no haberlo compartido antes con vosotras, pero es que aún no me lo termino de creer” y los ojos se le iluminan y llenan de lágrimas de emoción. Mientras Alice y Violeta le muestran gestos de apoyo y comprensión, Bárbara prosigue “Este verano me quedé a trabajar en Asturias porque algo muy importante pasaba en mi familia. ¿Os acordáis de mi prima Paula, la hija pequeña de tía Águeda? Se ha quedado embarazada con 16 años.

Cuando iba de viaje me llamó mi prima para invitarme a merendar a su casa porque tenía algo que contarme. Yo acepté, pero me pareció raro, lo normal es que lo hagamos sin cita previa. Lo que terminó de alertarme fue cuando no vi a Paula al llegar a casa. Lo habitual es que mi prima venga corriendo por el jardín y, antes de que pueda soltar las maletas, se tire a mis brazos y me llene de besos. No obstante, dejé todo y crucé hasta la casa de mi tía. Allí estaban mis padres, mi tía y mi prima sentados tomando un café. La bienvenida fue efusiva como siempre, pero sus caras no conseguían disimular que algo sucedía. Me senté y justo a mi lado se puso Paula quien comenzó a contarme que estaba embarazada con muchísima ilusión, se la veía radiante y entusiasmada. Su cara se entristeció al decirme que sabía lo que suponía y que lejos de querer abortar, pensaba en tener el bebé, pero que pensaban en darle en adopción porque ella es muy joven y Tía Águeda está de baja por problemas en la espalda y la operarán y seguramente la cosa se alargue mucho, meses quizás años. No creen que pueda ayudarla con el bebé. No saben qué hacer. Yo le cogí la mano y escuchaba calmada todo su relato mientras veía en sus ojos la misma inocencia de siempre, de amor, sus gestos de niña buena y soñadora que tanto la caracterizan y le dije que encontraríamos el modo para que ella pudiese tener la adolescencia que le correspondía, cumplir su sueño de venir a vivir conmigo en su etapa universitaria como tantas veces habíamos hablado y tener a su bebé cerca. Mientras se lo decía, algo en mi interior me sacudió.

La tarde transcurrió conversando, poniéndonos al día, junto a un bizcocho hecho por mamá, que logró endulzar ese cierto sabor amargo que reinaba en el salón. Aunque he de decir que no vi ni una sola muestra de desaprobación o malestar por parte de nadie, sentía mucho cariño en cada una de las personas que allí había. Supongo que el hecho de que mi prima siempre ha sido un niña muy buena y obediente, una gran estudiante y muy madura para su edad ayudaba a que todo se hubiese hablado desde la comprensión y el máximo respeto y amor. Bueno, y el hecho de que en mi familia nunca nada había transcurrido por la senda de la normalidad, sea cual sea esa normalidad distaba mucho de acercarse a la definición de mi familia, como ya sabéis.”

Violeta y Alice acompañaron a Bárbara con las risas y gestos de aprobación.

Bárbara continuó “esa noche no pude dormir y al día siguiente la misma sensación me acompañaba. Por la noche caí rendida muy tarde y las pocas horas que dormí soñé con el día que nació Paula. Recordé la sensación de estar horas esperando para poder verla y cuando la tuve en brazos me pareció el bebé más bonito del mundo. Sentí que era parte de mi y que la cuidaría siempre. En aquel momento con 31 años pensé que la llamada de la maternidad me había llegado, pero al ver que era algo que solo sucedía con ella, supuse que el hecho de que Tía Águeda fuese su madre era la razón de tanto sentimiento. Ya sabéis que mi tía es como mi hermana, al fin y al cabo, la separan muchos años de mi madre y no tantos de mí.

Cuando me desperté tuve claro qué deseaba hacer o al menos proponer. Bajé las escaleras rápidamente, me encontré con mis padres desayunando en el porche, se lo conté y mi madre no pudo contener la emoción y fuimos corriendo a casa de mi tía. Paula nos vio acercarnos por la ventana y en 10 segundos Tía Águeda y ella estaban en la puerta esperando. Casi sin haber recuperado el aliento por la carrera, comencé a contarles mi idea. Ambas comenzaron a llorar y Paula se echó a mis brazos. Ahora sí, la idea de la maternidad cobró sentido como nunca para mí.

MSonia Ruiz.

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