Todo lo que siempre había deseado, allí estaba y por fin lo veía nítido.
Son las ocho de la tarde de un jueves agotador para Bárbara quien está tomándose un baño relajadamente mientras se pregunta cómo es posible que ya no se acuerde de la última vez que lo hizo, haciendo un esfuerzo para recordar, cree que hace más de dos años que no se regalaba una experiencia similar. En cualquier caso, lo está disfrutando plenamente y ha vuelto a poner a cero el marcador. Música clásica de fondo es lo que consigue ambientar este especial momento que poco a poco ha conseguido aportarle la paz que necesitaba. A lo lejos escucha el móvil que dejó en la entrada al llegar a casa, pero sin ninguna intención de responder cierra los ojos y respira profundamente para seguir deleitándose de sus minutos afortunados.
Ya de vuelta a la cruda realidad de una semana en la que se han ido acumulando pequeños despropósitos para Bárbara, todos en el plano profesional, eso sí, va en busca del móvil y ve que hay mensajes en el grupo “Nosotras” de Violeta y Alice que están programando una cena para el día siguiente en el oriental que tanto le gusta a Bárbara. “No me puedo creer que justo mañana se os haya ocurrido este planazo, y digo justo porque esta semana estaba siendo bastante negativa y estaba buscando algo que la diese la vuelta y no lo encontraba, hasta que os he leído y lo he sentido. Si es que la vida os puso en mi camino muy a propósito. Una vez más os doy las gracias por ser tan geniales y por supuesto allí estaré puntual” responde un revitalizada Bárbara.
Alice y Violeta responden con emoticonos varios y algún mensaje gracioso sobre la efusividad y exaltación de amistad de su amiga, a la que presuponen sobria con alguna duda. Algo que las envuelve en una conversación de los más animada y divertida.
Bárbara se queda mirando fijamente a través de la ventana del salón al tercer piso del edificio frente al suyo, donde hay dos mujeres que intuye madre e hija por el gran parecido en la distancia y la aparente diferencia de edad. La mayor sostiene en brazos a un bebé que está acunando y cantando y la joven desaparece para volver a aparecer unos instantes después junto a otras dos mujeres más. Justo en ese instante, a Bárbara comienzan a resbalarle lágrimas por sus mejillas y comienza a reír serena y felizmente. Tan serena y en sintonía consigo misma como le había dejado el baño y tan feliz como se había sentido al recordar una vez más lo afortunada que es de tener a sus dos increíbles amigas.
Allí junto a la ventana se diluyeron todos los sentimientos encontrados que estaba viviendo semanas atrás en relación con el cambio tan cercano y radical en su vida. Temía perder parte de la vida que tenía y que tanto la había definido hasta la fecha, así como sus relaciones más importantes, pero por otro lado deseaba vivir ese nuevo capítulo que ya sentía suyo. Esa imagen que llegaba desde el otro lado de la calle, podía ser su vida misma y la mostró una realidad que eliminaba de un plumazo todos sus miedos. Todo lo que siempre había deseado, allí estaba y por fin lo veía nítido.
MSonia Ruiz.
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