Cena improvisada para un día de novedades.
Alice y Violeta llaman al portero automático y Bárbara contesta al otro lado, entran a la urbanización y toman el pasillo central, como ya hicieron aquel primer día de visita, para dirigirse hacia el piso que en unas pocas semanas se convertirá en el nuevo hogar de Bárbara. Un hogar que, a diferencia del anterior, estará habitado por alguien más que ella y tendrá un coqueto jardín para uso y disfrute de todos, principalmente de Lucía a la que ya imaginan jugueteando por allí.
Se pasan toda la tarde quitando plásticos de algunos de los muebles que ya han llegado durante la semana y colocando pertenencias varias de las cajas que hace menos de una hora le han entregado los transportistas a Bárbara. Las tres amigas coinciden en valorar que las diferentes estancias empiezan a tomar un aspecto de los más acogedor a falta de alguna que otra cosa, como la habitación del bebé que llegará el martes siguiente.
A las nueve consideran que ya han hecho todo lo que estaba en sus manos esa tarde y deciden ir a cenar juntas. Antes de salir del portal, Bárbara saca una tarjeta del bolso y mientras la coloca en su buzón comenta “chicas, ahora sí que está todo. Mi hogar tiene habitantes con nombre. No os lo vais a creer pero, yo que siempre me he sentido orgullosa de que el único nombre que apareciese en el buzón fuese el mío, hoy me ilusiona que la tarjeta contenga ni más ni menos que cuatro”. Alice y Violeta leen atentamente la tarjeta donde aparecen los nombres con apellidos de Bárbara y Jaime y los nombres de Lucía y Paula después.
Alice pregunta “entonces ¿cómo ha quedado lo de Jaime? Está claro que vais a vivir juntos, pero lo demás…” y antes de que termine, Bárbara responde “Pues sí, hemos decidido vivir juntos desde el principio, es más, he accedido a comprar la casa con él. Así es que este es nuestro hogar, no solo el mío. Lo decidimos sin pensarlo mucho, pero nos pareció oportuno dada las circunstancias de ambos buscando nuevas casas y pretendiendo tener un proyecto común.” “Vaya apuesta, al final te has arriesgado, me alegro mucho por ti, sobre todo por lo feliz que te vemos. Entiendo que eso quiere decir que Jaime y tú os vais a, no encuentro la palabra exacta para ti, ¿vincular formalmente?” Añade Violeta con una amable y amplia sonrisa. “¿Hay mayor vinculación que una hipoteca?” dice Bárbara. Y las tres ríen sonoramente. “No, en serio, efectivamente creo que comprarnos la casa ha sido el principio del resto de las decisiones, pero también he de decir que aunque los sentimientos son los que fundamentan nuestra pareja, no van por ahí los tiros. Íbamos a hacernos “pareja de hecho”, pero hablando de todo lo que os comenté al respecto de Lucía, mi tío (el abogado) nos asesoró de que era más rápido el tema boda, la cual ya os adelanto que no vamos a celebrar a lo loco. Vamos a ir a firmar los papeles al juzgado y listo. Luego podemos venir a casa a comer algo que encargaré y brindamos que eso es muy nuestro y ya. Y antes de que lo preguntéis, que sé que os debo una aclaración después de la lata que os di con el tema, os confirmo que Jaime no va a adoptar a Lucía. La pequeña ya tiene dos madres (la adoptiva que soy yo y la biológica, que además vendrá a vivir aquí de manera permanente en poco menos de dos años). No veía necesario forzar ningún cambio más. Tras hablar con mi tío, todos lo tuvimos claro y las diferentes cuestiones las decidimos sopesando la estabilidad y seguridad para todos. Sin perder de vista que mi familia es muy peculiar, como ya sabéis.” Y con esa afirmación concluye Bárbara riendo y dotando de ligereza un tema de lo más complejo.
Todas se muestran contentas, animadas y admiten que lo que acaba de contar Bárbara, en menos de diez minutos, tiene un peso y trascendencia brutal. No obstante, Violeta, la chica de los modelitos, hace caso omiso de una de las cuestiones, no renunciará a ir de tiendas a buscar el vestido ideal para el evento de año, tal como lo define ella. Entre risas, comentarios divertidos y deseos agolpándose en las cabezas de estas tres maravillosas amigas, llegan a la pizzería en la que cenarán improvisadamente ese día de novedades.
MSonia Ruiz.