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NOSOTRAS.Nuestra vida en relatos.

Los regalos de la vida.

Bárbara está en la cocina recién montada buscando entre los cajones una cucharilla para el café mientras la cafetera lo prepara. Se dice que no le gusta la ubicación de los cubiertos, que no es nada práctica ni intuitiva para ella. “Tengo que sacar un rato para recolocar todo” dice en voz alta mientras, café en mano, sale hacia el salón. Se para un instante, dirige la mirada hacia el pasillo y el distribuidor que se presentan atestados de cajas rotuladas sin abrir y decide proseguir su camino hasta el sofá, donde se tumba con un gesto de cansancio. No encuentra mejor idea que conectar el canal de radio en la televisión e intentar relajarse con su café recién hecho que ha impregnado, de su aroma inconfundible, toda la estancia. Un rato después suena el portero automático y sobresaltada mira el reloj para, con cara de asombro, descubrir que ya son las 12 del medio día y ella aún no es persona. La tarde anterior había llegado del viaje con sus amigas y decidió recoger las maletas para no sumar tareas al fin de semana. Se hicieron más de las tres de la madrugada entre unas cosas y otras antes de meterse en la cama. Continuamente encontraba algo que colocar y que bajo su criterio era mejor no dejar para el día siguiente. El resultado lo estaba comprobando esa misma mañana.

Entran por la puerta Alice y Violeta cargadas con una maleta. Bárbara la mira y pregunta “¿qué es eso? Más maletas en esta casa no, por favor. Cada vez que me asomo al pasillo, me siento abrumada y mi energía cae radicalmente a niveles muy cercanos a cero.” Violeta responde “pues lamento decirte que es tuya, te la dejaste ayer en el maletero del taxi”. Alice añade “¿en serio no reconoces ni tu maleta? Esto comienza a ser grave, necesitas dos amigas que te ayuden a adecentar y hacer habitable esta casa, para que puedas hacer tu bolsa y después descansar tranquilamente hasta el lunes. El viaje que emprenderás ese día sí que requiere toda tu atención y las pilas cargadas.”

Dicho y hecho, las tres amigas se reparten la casa por zonas y consiguen que antes de comer estén la mayor parte de las cajas prioritarias, colocadas. Piden comida por teléfono a un oriental que han descubierto recientemente en uno de los paseos por el nuevo barrio y la espera la ocupan picando unos tacos de queso, zanahoria y hummus con una copita de vino blanco fresquito. Después del trabajo bien hecho, se lo merecen.

Para después de comer han dejado la habitación del bebé, pues Bárbara las ha pedido organizarla y decorarla juntas. Además, en el viaje a Londres, las tres han adquirido artículos con los que personalizar el dormitorio. Alice y Violeta comentan el maravilloso resultado y se enorgullecen de lo mucho que les ha reportado el esfuerzo. Bárbara que no es capaz de emitir palabra alguna por la emoción, siente cómo las lágrimas resbalan por sus mejillas y consigue decir con voz temblorosa “estoy muy agradecida a la vida porque tengo la mejor familia elegida que se pueda soñar, sois un regalo” “Es recíproco, cariño. Somos nuestro sustento y sobre esta estructura fuerte que hemos creado, podemos seguir edificando. Bienvenida Lucía” comenta Violeta que mira con adoración a sus amigas y a la habitación del bebé. Alice, que tampoco puede ocultar su felicidad, concluye “pues que la familia siga creciendo” y con un profundo abrazo se dejan llevar por las nuevas sensaciones e ilusiones.

MSonia Ruiz.

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