Una nueva guerrera ha llegado y su mejor ejemplo somos y seremos nosotras.
A las doce y cuarto del medio día suena el chat grupal por la llegada de un mensaje de Bárbara “Chicas, Lucía ya está aquí. Ha ido todo bien y tanto Paula como ella están estupendamente. Ha sido un parto duro, como imagino que serán todos, pero la emoción que sentíamos era infinita. Paula y yo hemos estado agarradas de la mano desde que ingresó en el hospital y no nos hemos soltado ni para recibir a Lucía, ya que lo hemos hecho ambas juntas. La hemos acurrucado en nuestros brazos mientras llorábamos de ilusión y nos decíamos que ella era nuestro bebé, nuestra hija y que por fin la conocíamos. No puedo describir la felicidad inmensa que siento. Tengo ganas de esa llamada grupal para presentaros a mi pequeña, vuestra sobrina. Por cierto, es una guerrera, como nosotras. Lo ha demostrado desde el inicio, porque ni ha necesitado empujoncito para llorar, venía liberando sus pulmones desde que su cabecita y cuerpecito han salido al mundo. Bueno, a partir de las seis de la tarde atentas al teléfono que en el momento que quiera Lucía, os la presento. Un beso enorme nenas. Os quiero.”
Alice y Violeta responden feliz y amorosamente al mensaje y transmiten lo deseosas que están de que llegue la hora de la llamada. Entre risas admiten que ya no van a poder trabajar productivamente porque sus mentes estarán permanentemente a muchos kilómetros de distancia, revoloteando cerca del nuevo miembro de la familia. Se alegran de que sea una guerrera, porque si es niña, no le va a quedar otra que luchar en un mundo que aún no termina de ser amable con el sexo femenino. Ellas lo saben y por eso aseguran a Bárbara que Lucía tendrá el apoyo y el estímulo que necesite en cada etapa de la vida, entre todas se van a encargar de ello.
Poco antes de las seis de la tarde Alice ha llegado a casa de Violeta para esperar la llamada de Bárbara. Cuando ambas se dirigen al salón con las infusiones calientes, recién hechas, llega la tan esperada llamada y corren a sentarse en el sofá y responder ante el portátil que Violeta tenía ya preparado. Una exultante Bárbara, con los ojos brillantes y una luminosa sonrisa, aparece en pantalla con la pequeña Lucía en sus brazos. Se miran tras la pantalla pero sienten que están juntas. Bárbara no es capaz de pronunciar palabra alguna porque un nudo se ha instalado en su garganta y las lágrimas comienzan a resbalar por su sonrosadas mejillas a juego con la preciosa Lucía que mueve las manitas y los labios haciendo gestitos. Alice y Violeta también la acompañan en ese momento emotivo y sus ojos empañados en lágrimas dejan ver el amor intenso que se profesan las tres amigas, que viven cada experiencia de unas u otras, en primera persona. A esa familia tan intensa y tan acogedora ha llegado la pequeña y Paula, que es quien sujeta el teléfono, se enfoca para decir que se siente feliz de la suerte que tienen ella y sobre todo Lucía que va a estar rodeada de amor y protección “Seremos el mejor ejemplo para Lucía, no lo dudo” concluye y con un gracias y besos, devuelve a la pantalla la imagen de Bárbara, que ya más recompuesta, es capaz de hablar con sus amigas e intercambiar como puede sensaciones indescriptibles y entre ellas, justo la que acaba de comentar Paula. Algo con lo que están totalmente de acuerdo todas. Y tras decir “una nueva guerrera ha llegado y su mejor ejemplo somos y seremos nosotras” alzan sus bebidas respectivas y brindan en la distancia.
MSonia Ruiz.